Salvelinus fontinalis

La trucha de arroyo o fontinalis es un pez perteneciente al orden Salmoniformes, nativo del este del subcontinente norteamericano. Su distribución originaria abarca la península de El Labrador, los Grandes Lagos y la cuenca superior del río Mississippi Su límite sur de distribución se ubica a la altura del estado estadounidense de Georgia. Sus poblaciones son típicamente dulceacuícolas, habitando arroyos, ríos y lagos. La especie ha sido introducida en países de prácticamente todos los continentes desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, constituyendo un caso de especie exitosa que ha establecido poblaciones autosostenidas en la mayor parte de las cuencas en las que fue sembrada. La trucha de arroyo fue la primera en ser sembrada sistemáticamente en Patagonia, principalmente en los ambientes acuáticos a los que era posible llegar con los medios de la época. Los lotes de origen, traídos de Estados Unidos en barco y luego en carretas desde el puerto de Buenos Aires dieron origen a poblaciones naturalizadas de las que se obtenían ovas para nuevas siembras. El criadero de salmónidos, situado en el paraje Nahuel Huapi, en cercanías del lago homónimo, jugó un papel fundamental en la implementación de esta política para la Patagonia norte y que sirvió como base para la producción de ovas que luego eran enviadas a otras provincias como Santa Cruz y Tierra del Fuego........

 

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Los libros de registro de siembras de la Estación de Piscicultura Nahuel Huapi indican que las primeras liberaciones de peces datan de 1904 en la cuenca del río Negro (4.000.000 de huevos), las cuales luego continuaron de manera sostenida hasta mediados de la década de 1940. Para esa fecha, ya se registraban poblaciones establecidas en varios lagos de la región. Por otro lado, las siembras en la cuenca del río Manso comenzaron en 1916 y cesaron en 1938, liberándose casi medio millón de individuos. En la actualidad la especie se distribuye en aguas corrientes y lagos de Córdoba, Tucumán, Cuyo y Patagonia, tanto en cuencas de vertiente atlántica como pacífica. La trucha de arroyo convive en Patagonia con la trucha arco iris y la marrón, siendo la tercera especie en orden de importancia por su abundancia en las capturas, salvo en Tierra del Fuego, donde es la segunda luego de la trucha marrón. Allí, incluso, se han hallado algunos ejemplares en aguas salobres. Es interesante resaltar el hecho de que las comunidades ícticas de Patagonia incluyen especies de salmónidos que en sus rangos originales de distribución nunca convivieron, por lo que sus interrelaciones ecológicas, tanto entre ellas como con las especies nativas, aún deben ser definidas y están en estudio. La trucha de arroyo parece preferir temperaturas del agua un poco más bajas que las otras especies de salmónidos presentes en la región, por lo que suele hallársela más comúnmente en las zonas de los lagos más cercanas a la cordillera. El rango de temperaturas de preferencia está entre los 11 °C y 16 °C, aunque se han hallado truchas de arroyo en ambientes con temperaturas de entre 0.1 C° y 20 °C. Los mayores portes se encuentran en los lagos en individuos de hasta 60 cm de longitud. La lectura de escamas u otolitos registra edades no mayores a los 8 años, aunque en ambientes con temperaturas muy bajas o en situaciones de sobrepoblación (por ejemplo, el lago Guillelmo en Río Negro) se pueden hallar individuos de mayores edades y pequeño porte. A estas poblaciones se las llama enanizadas. Muestran un ciclo de vida común con otros salmónidos ya descriptos en una sección previa de este libro. La época de reproducción en la Patagonia corresponde a los meses de otoño, comenzando sus concentraciones y remontas a partir de mayo. Tanto hembras como machos maduran sexualmente a partir de los dos años de edad, pero es posible observar algunos machos maduros al primer año de vida. Necesita aguas corrientes, frías y bien oxigenadas para desovar y construir nidos en la grava. Asimismo, también puede hacerlo en zonas costeras de los lagos que reúnan condiciones especiales, tales como la circulación de agua a nivel subsuperficial. Una hembra depositará entre 1000 y 1200 óvulos (u ovas, como se las conoce comúnmente) por kilo de peso corporal. Los huevos de trucha de arroyo eclosionarán, dependiendo de la temperatura del agua, dos a tres meses después de haber sido desovados, o más precisamente entre 410 y 550 UTA (Unidades Térmicas Acumuladas: una forma de calcular la cantidad de días que pasarán hasta el momento de la eclosión y que dependerá de las temperaturas medias diarias del agua). Las temperaturas de incubación son comunes con las de otras especies de salmónidos y varían en un rango de entre 4,5 °C y 11,5 ºC, con una temperatura óptima de 8 ºC. Un tiempo después de la eclosión y ya habiendo reabsorbido su saco vitelino, los pequeños peces deberán sortear la etapa crítica de comenzar a alimentarse externamente, ocupar hábitats que les provean refugio y alimento desarrollando su instinto territorial y aprender a evitar a sus depredadores, que incluyen invertebrados, aves y otros peces. La alimentación de la trucha de arroyo se basa principalmente en estadios inmaduros de insectos, caracoles, gusanos y pequeños peces. No suele incluir presas grandes en su dieta, diferenciándose de esta manera de los otros depredadores tope de las comunidades en las que se halla. Constituye una pieza buscada por los pescadores recreacionales, dada su coloración llamativa y el sabor de su carne. En el Reglamento de Pesca Deportiva Continental Patagónico se dispone la liberación obligatoria de los ejemplares de trucha de arroyo en los ambientes acuáticos de varias de las jurisdicciones, considerando además un cierre anticipado de la temporada de pesca para proteger a los peces que comienzan sus movimientos de concentración y remonta de cursos de agua para desovar, ya que es una especie de desove temprano en relación a los demás salmónidos. Esto le da a la especie un estatus de “protección” importante, ya que la ausencia de sacrificio (aunque puede haber mortalidades asociadas a la captura y manipulación posterior del pez) y la protección de las fracciones desovantes, permitirían mantener poblaciones con abundancias relativas y tamaños atractivos para los pescadores. Por Marcelo Alonso

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Ficha
Ficha fontinalis
Estado de conservación
Calidad para consumo
Ambiente