Carcharhinus brachyurus

El bacota es parte de un grupo de 34 especies de tiburones morfológicamente similares (el género Carcharhinus). En aguas argentinas el bacota es por lejos el representante más común de ese grupo, aunque se han registrado ocasionalmente algunas otras especies. Se lo puede distinguir porque, en vida, tiene un color dorsal cobrizo bronceado (lo que en algunos países hace que sea llamado tiburón cobre, cobrizo o bronceado). Posee un hocico alargado aunque no cónico y sus dientes, que son diferentes en ambas quijadas, tienen un fino aserrado en su parte distal. Es un tiburón grande que puede alcanzar tres metros de longitud total. En la costa argentina, lo más común es que no supere los 2,7 metros. Si bien tiene una amplia distribución geográfica en áreas costeras templado-cálidas, ésta es discontinua y sus poblaciones no se mezclan. En el Pacífico, se lo encuentra desde el extremo sur de Rusia (donde es muy raro) y el sur de Japón, hasta el sudeste de China y Taiwan (donde no parece ser común) en el noroeste, en la costa norte de México y extremo sur de Estados Unidos en el noreste, en las costas de Perú en el sudeste, y en toda la mitad sur de Australia y el norte de Nueva Zelanda en el sudoeste. En el Mar Mediterráneo está presente en la mitad occidental, desde Italia por el norte y Túnez por el sur hasta el Estrecho de Gibraltar. En el Atlántico, se lo encuentra, en el este, desde el Estrecho de Gibraltar, por la costa africana, hasta Guinea, y luego desde el extremo sur de Angola hasta el extremo noreste de Sudáfrica. Por el oeste, habita las costas sudamericanas, desde Rio de Janeiro (Brasil), donde no es muy común, hasta Península de Valdés (Chubut). El bacota es un tiburón litoral de aguas costeras. Se encuentra regularmente desde la línea de costa (no es raro que use la zona de rompiente para alimentarse de pequeños peces) hasta unos 100 metros de profundidad. Ocasionalmente, ha sido capturado cerca de la superficie en zonas más allá de la plataforma continental. El bacota es un tiburón migratorio aparentemente muy sensible a la temperatura del agua. A lo largo de la costa bonaerense, la especie va desplazándose hacia el sur a medida que avanza la primavera y la temperatura del agua aumenta. Por ejemplo, hacia el mes de octubre, ya aparecen bacotas a la altura de Mar del Plata o Necochea sin embargo, las primeras capturas en Bahía San Blas, no se dan hasta diciembre. En ambas zonas la aparición de los bacotas suele coincidir con el aumento de la temperatura hasta un mínimo de 14-16°C. En Bahía Anegada (extremo sur de Buenos Aires), el bacota está presente entre diciembre y abril, con las mayores abundancias entre febrero y marzo. Al llegar el otoñoel bacota desaparece de aguas costeras argentinas, siendo muy probable que migre hacia el norte como ocurre en otras regiones (Australia, Sudáfrica, México-Estados Unidos)......

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Sin embargo, el bacota no es tan común en el sur de Brasil como lo es estacionalmente en la costa bonaerense, por lo que la localización exacta de su área de invernada en el Atlántico Sudoccidental es aún desconocida. Los bacotas de Argentina nacen con una longitud aproximada de 55-60 cm y su período juvenil es extenso. Los machos maduran sexualmente, en promedio, a los 216 cm de longitud total, mientras que las hembras lo hacen a los 222 cm. Estos tamaños corresponden a edades de 20 y 21 años en machos y hembras, respectivamente. Luego del apareamiento, las hembras comienzan una gestación de alrededor de un año de duración y, después de dar a luz una camada de entre 16 y 24 crías, inician un año de reposo sexual. Por consiguiente, se reproducen una vez cada dos años. Una característica reproductiva del bacota, que comparte con muchas otras especies de tiburones, es que durante la gestación los embriones en desarrollo son nutridos a través de una placenta. Luego de la fecundación del ovocito se inicia el desarrollo embrionario en los dos úteros de la hembra. Durante las primeras etapas del desarrollo los embriones se alimentan del vitelo presente en los ovocitos, pero, a diferencia de otras especies de tiburones, los ovocitos de bacota tienen una cantidad de vitelo insuficiente para nutrir al embrión hasta el nacimiento. La nutrición del embrión es entonces llevada a cabo por una íntima unión a través de las paredes de cada útero y del saco vitelino del embrión, por la que la madre provee de nutrientes al embrión en desarrollo. Esta placenta es análoga a la placenta desarrollada por la mayoría de los mamíferos, incluido el ser humano.

Al igual que otros grandes tiburones el bacota va cambiando su dieta a lo largo de su vida. Los ejemplares jóvenes se alimentan principalmente de pequeños peces pelágicos, principalmente pejerrey de mar (Odontesthes argentinensis), pampanito (Stromateus brasiliensis) y anchoíta (Engraulis anchoíta). En ocasiones es posible observar muy cerca de la costa, grupos de bacotas atacando cardúmenes de estas especies desde abajo al mismo tiempo que las aves marinas los atacan desde arriba. Los bacotas jóvenes también consumen peces más grandes como pescadilla (Cynoscion guatucupa), aunque en menor proporción. A medida que van envejeciendo y van ganando en masa corporal, los bacotas disminuyen el consumo de pequeños peces pelágicos y comienzan a alimentarse de presas más grandes como rayas (por ejemplo, Sympterygia spp y Atlantoraja castelnaui), chuchos (Myliobatis spp.) y peces ángel (Squatina guggenheim). La dentición del bacota, compuesta por dientes de bordes aserrados, le permite cortar a sus presas en pedazos. Esto implica un procesamiento de las presas, especialmente las más grandes, con la boca. El comportamiento de cortar trozos de sus presas predispone al bacota a quedar enganchado de la boca al ser expuesto a un anzuelo con carnada. El 85% de los bacotas capturados por pescadores recreativos de Bahía San Blas (Buenos Aires) tienen el anzuelo clavado en la boca. Asumiendo que las lesiones bucales son menos serias que las causadas a órganos internos, esto incrementa las posibilidades de supervivencia de los individuos liberados tras la captura. Sin embargo, es necesario realizar análisis que evalúen la eficacia de la pesca y devolución como herramienta de conservación de grandes tiburones en Argentina aunque su obligatoriedad es un paso importante. La biología del bacota, caractezizada por una edad de madurez sexual muy tardía, períodos largos entre eventos reproductivos, hábitat muy cercano a la costa y comportamiento de agregación predecible, lo hace sensible a la presión pesquera. A escala global, la especie se considera casi amenazada de extinción. De las distintas poblaciones aisladas que existen, sólo se ha evaluado a la del este de Asia (Japón, China, Taiwan y Corea) y ha sido clasificada como Vulnerable. En el Atlántico Sudoccidental (Argentina, Brasil y Uruguay), el bacota está sujeto a explotación por pescadores recreativos y por pesca comercial de buques palangreros y con redes agalleras. Análisis recientes basados en diferentes tipos de evidencia coinciden en que existe una marcada disminución en la abundancia de bacotas en aguas argentinas. Proyecciones de la población usando datos biológicos y estimaciones de la tendencia poblacional usando datos de capturas indican una disminución de entre el 13 y el 29% anual. Por otro lado, encuestas a pescadores de la costa bonaerense y norpatagónica indican una disminución de la abundancia de bacotas de entre 48 y 74%. El carácter transnacional de la población implica que la conservación del bacota en el Atlántico Sudoccidental debe ser necesariamente un esfuerzo coordinado de los tres países involucrados. Por Luis Lucifora

Pesca

Allá por el año 70 cuando tenía 8 años viviendo en Puerto Galván (Bahía Blanca) despertó mi interés por los terribles tiburones que pescaban mi padre con amigos del Club de Pesca y Náutica Puerto Galván. No me llevaban, pero a su regreso admiraba verlos, tocarlos y escuchar los relatos de cómo pescaban con equipos discretos a veces saliendo a remo o con los populares Yumpa 5 HP que a veces andaban. Las cantidades de capturas hoy no serían creíbles, pero existe documentación en revistas náuticas de los gatopardos y en ocasiones bacotas que lograban. Con el correr del tiempo empezaron a aparecer lanchas con motores más potentes y con ello, ya contando con algunos años más, allá por el año 80 vinieron las primeras salidas e intentos de pescar “El Tiburón. En las 300.000 hectáreas de la ría de Bahía Blanca  sus existe una enmarañada red de canales entre islas e islotes cuyas profundidades y direcciones varían.  Es allí donde en distintas épocas y con distintos hábitos ingresan 5 importantes especies del litoral atlántico: el  espinillo o espineto (el más pequeño),el gatopardo y el cazón ingresan al fondo de riachos durante septiembre, octubre y noviembre, el escalandrún desde fines de diciembre hasta abril y luego la estrella.... el bacota, que ingresa en dos etapas. En diciembre las hembras van a pequeños canales cercanos al puerto, como el Tres Brazas, La Lista, Alambre o Cabeza de Buey y permanecen pariendo preferentemente en pozones que se forman en curvas de canales o zonas de remolineo por encuentro de corrientes. Allí suelen tener hasta 18 crías. Éstas permanecen en la ría desde enero (el ingreso de los machos) hasta aproximadamente el mes de abril en grandes canales como el Principal, Bermejo Bahía Falsa o Bahía Verde. ¿Por qué consideramos al bacota la estrella? A todo pescador le interesa el tamaño de su pez y que al asomar o en la balanza sea récord, pero lo del bacota es distinto. Por su potente aleta dorsal combinada, su gran cola timón y propulsora más su estilizado cuerpo, este escualo logra una gran velocidad y sobretodo potencia que, combinado a que casi siempre se engancha de la boca, le permite presentar una batalla al pescador que casi nunca baja de la hora. Existe una gran diferencia a la hora de la devolución con el escalandrún quien extiende su mandíbula con dientes tipo gancho y envía rápidamente la presa o carnada al estómago, por lo que rara vez se logre regresarlo extrayendo el anzuelo si no se utiliza los dispositivos detallados en la sección de escalandrún. El bacota, en cambio, con sus dientes de corte muerde su alimento y se aleja velozmente, siendo muy probable errar la clavada del anzuelo o, si se logra, ocurre en en la zona de la boca por lo que puede desprenderse fácilmente. Mis primeras pescas fueron en el canal del Embudo y en el Bermejo en una canaleta pegada a la Isla Trinidad. Obtuve muchos ejemplares en la época en que aún se permitía el sacrificio y que, por supuesto, lo hacía con fines alimenticios. Con el pasar del tiempo comencé a alejarme del puerto llegando a la Bahía Falsa y Verde, recorriendo más de 80 km con resultados inolvidables que no pasaron por tamaño o peso, sino por agotadoras luchas en las que se pueden contar triunfos repartidos. Por el año 90 comenzó a ganar fama la zona y con un grupo de entusiastas participantes e inversores logramos hacer pié en la isla más linda de la Bahía, La Ariadna, donde levantamos una posada y comenzamos a desarrollar un emprendimiento turístico con el foco en esta pesca combinado con cacería de chivos salvajes y conejos. Con el correr del tiempo tomó fuerza en la Bahía el establecimiento de una zona de reserva provincial con más de 210.000 has dentro de las que se encontraba esta isla. Junto a la ley que obliga a la devolución de escualos en el litoral marítimo de Buenos Aires, en esta reserva surgió la prohibición de su pesca por lo que de a poco decreció el interés de los turistas y hoy se encuentra abandonada.

Fuera de mi ámbito de pesca habitual vale decir que el bacota se pesca desde el extremo norte del mar Argentino hasta aproximadamente la desembocadura del Rio Chubut. Embarcado o desde la costa existen numerosos puntos a lo largo del litoral marino donde en los meses más cálidos del año puede encontrase esta especie. Arrancando en provincia de Bs As, la zona de faro Querandí, a pocos km de Pinamar, es un famoso pesquero de Bacotas, donde alejando las líneas con Kayak o motos de agua a unos 300/400 m de la costa siempre rindió para el pescador deportivo. Más al sur, los acantilados de Mar del Plata en la misma modalidad y con equipos que puedan alojar 900/1000 de nylon históricamente fueron buenos pesqueros. Con iguales características le siguen las playas cercanas a Necochea, Marisol, Claromecó, la zona de la desembocadura del Sauce Grande y ya llegando a la Bahía Blanca se destacan como excelentes pesqueros de costa la cazonera en Pehuen co y la Punta Tejada, lugar éste único en las costas bonaerenses puesto que existe una canaleta a escasos 50 m de la costa donde se pasean los bacotas. Surgido hace pocos años, un excelente pesquero de costa es la Chiquita primera playa al sur de la Bahía Blanca a la altura de mayor Buratovich. Más al sur ya no se necesita presentación para las playas de piedra y arena de Bahía San Blas, Paraíso del Pescador. Ya en provincia de Río Negro se pueden nombrar 3 excelentes playas que dan logros de enormes tiburones de costa: Bahía Rosa, Caleta de los Loros y Bahía Creek. En estas playas la característica de la pesca es la gran profundidad cercana a la costa y las grandes correntadas, por lo que los deportivos de la zona optan por reemplazar la plomada por una bolsa con arena o pedregullo amarrada a la puntera con un fino cabo que, ante el pique, se corta. En cuanto a equipos se destaca que para el logro de mejor sensación de pelea se han ido achicando en general. A mis comienzos tuve reel Penn 12/0, caña con alma de acero de 80/120 lbs, dacrón de 0,80 o nylon de hasta 1 mm y anzuelos Mustad del tipo Tartuna del 16/0. Luego pasé a los reels 9/0, 6/0 y 4/0 con cañas de 60/80 lbs en fibra o kevlar,  nylon de 0,70/0,80 mm y anzuelos desde el 14/0 al 12/0 cobreados, lo que los hace más fáciles de degradar en caso de no poder extraerlos. En la pesca embarcado la embarcación siempre queda de proa a la correntada (durante 6 hs sube y durante 6 hs baja la marea) por lo que las líneas se bajan de popa alejándolas con globos o botellas cortadas. Al llegar a la distancia deseada (de 50 a 70 m) se hunde mediante un tirón y va al fondo (de 6 a 10 m de profundidad) con un plomo de aprox. 300/500 gr, anzuelo, 1 m de cable de acero esmerillón y 1 m de cabo de 4 a 6 mm. Allí se afloja la estrella o freno del reel, se coloca la chicharra y a esperar. Las carnadas en orden de éxito sobre mis experiencias son lisa, saraca, magrú, pescadilla, corvina o cualquier especie de la zona. Históricamente la mejor hora es la última próxima a la finalización del ciclo de bajante o subiente, donde al tener que movilizarse para oxigenarse a través de sus branquias aumentan las probabilidades de que encuentre nuestra carnada.

Llegado el momento del pique se distingue muy bien cuando es bacota, ya que éste se lanza en una corrida inicial de no menos de 50 m en la que normalmente se permite que lleve libre para que, al detenerse, pegar el cañazo intentando clavar el anzuelo. Si esto se logra, a partir de ahí empiezan las corridas y recogidas de línea que pueden durar hasta 2 horas. Cuando se logra calmarlo junto a la embarcación hay muchas formas de trabajar en su liberación: en concurso se arrima el fiscal y se baja un catre tipo campaña colocando el tiburón entre las dos embarcaciones presionándolo para que inmovilizado no sufra daños. Estando solos lo mejor es enlazar la cola, montar en la borda de la lancha su cabeza y luego de las pertinentes fotos regresarlo. Las aguas de nuestra ría no suelen ser aguas muy transparentes para la práctica de pesca de flote, pero en alguna ocasión (generalmente de viento sur suave) hemos colocado la línea de 2 a 3 m arriba del fondo manteniéndola con un bidón que, en ocasión del pique, nos brinda un espectáculo digno de balcones. No sé cuántos tiburones he pescado, sí que la especie más capturada fue el gatopardo, seguido por escalandrún y luego el bacota. En pesaje mi récord es un escalandrún de 147 Kg en el fondo de la Bahía Verde en 2,5 m de profundidad, otro en las playas de Pehuen-co de 140.5 y en bacota 126 Kg y 2.60 m de largo total. Claro es que la población ha disminuido notablemente, y como anécdota de otras épocas un gran amigo muy tiburonero siempre habló del gran bacota negro de 180 Kg que sacó muy cerquita del puerto por los años 80. Un día en su casa entre cargadas por considerarlo exagerado como todo pescador me muestra una foto de ese tiburón diciendo: “¿Querés saber cuánto medía? Contá las baldosas…en el suelo ocupaba 8 de 40 cm c/u, la bestia era real, había medido 3,20 m. Por Enio Redondo

Ficha
Ficha BAcota
Estado de conservación
Calidad para consumo
Ambiente