Accesos de pesca
Una rápida búsqueda en Google de los términos "accesos privados de pesca" o “aguas privadas” da una buena pintura del conflicto. Pican en punta las páginas que ofrecen servicios en sitios exclusivos de pesca a cambio de mucho dinero. En segundo lugar, están las pequeñas victorias de organizaciones civiles que logran habilitar un acceso a algún curso de agua que les era privado ilegalmente y que formaba parte de su patrimonio natural y cultural. Luego, un preocupante cambio en el Código Civil que restringe el área publica en las orillas de los cursos de agua (ríos, lagos y lagunas)...un cambio a pedir de boca de los dueños de fundos ribereños. La sección policiales tiene su lugar también cuando se informa que pescadores fueron baleados desde campos atravesados por ríos mientras pescaban en sitios públicos, accediendo desde sitios públicos al caminar por la orillas o bien navegando. Dejando la cuestión legal de lado (ya que las leyes no están escritas en piedra ni vienen en un anexo de la biblia sino que son las reglas que una sociedad elige para vivir y por ende se pueden modificar, mejorar y escribir nuevas) la situación actual de los accesos de pesca para el pescador de "a pie" es muy mala. La cantidad de accesos en relación la cantidad de ambientes que existe es muy baja. A muchos lugares no se puede acceder y a otros sólo en pequeños sectores. Es verdad que existen muchas limitaciones naturales por la imposibilidad de crear y mantener caminos, pero también sobran los casos impuestos. Este tema o problemática se suele asociar a los ríos y lagos cordilleranos, pero existe en proporciones similares en relación a accesos a playas en el mar. Por ejemplo, hace mucho tiempo que la Ruta Nacional Numero 1 (Una de las más viejas de la Patagonia) tiene tranqueras con candados en una porción que va desde Playas Doradas hasta Puerto Lobos, dejando gran parte de la costa del Golfo San Matías sin acceso público. La única salida parece ser organizarse y reclamar lo que corresponde, no acostumbrarse a que las cosas son así porque si y tener siempre en cuenta a quien le damos poder. No obstante, y lamentablemente, la contracara es que muchos lugares de acceso público se encuentran en condiciones deplorables desde el punto de vista ambiental. Es importante que tanto los pescadores como los visitantes en general no dejen basura, no saquen leña (ni palos de alambrados!!!!) de los campos para hacer fuego en cualquier lado, si es una zona con riesgo de incendios no hacer fuego y no realizar mucho menos otros actos vandálicos a los que muchos se aventuran. Se ha tratado de hacer creer que “La Gente” es sucia o vandálica, pero eso es una opinión interesada en la mayoría de los casos. Lo que hay que tener claro es que con que unos pocos de nosotros dejemos basura, o cada uno de nosotros deje solo una bolsita, esto se hace muy visible y el lugar pasa a ser un asco rápidamente. Más claramente: vayan 20 o 10.000 personas a una playa, 3 pañales que quizá tiró una sola familia alcanzan para ensuciarla. También hay que considerar que, aunque ninguno de nosotros sea un mugriento total, si donde van 100 pescadores a cada uno se le vuela una bolsa, de pronto tendremos un lugar con 100 bolsas de nylon enganchadas por ahí. Dicho esto, en lugares donde la gente deteriora significativamente el ambiente es bastante obvio que el damnificado quiera excluir al público o cerrar accesos, incluso en casos donde estos daños son menores o esporádicos. Excluir a argentinos de la gran parte pública de la Argentina no puede ni debe estar bien y mucho menos aceptarse. Si se aprueban leyes y se modifica el código civil en beneficio de los grandes capitales, empresarios y terratenientes vamos mal. De la misma manera que vamos mal si ensuciamos, quemamos y deterioramos sitios públicos y parte de nuestro patrimonio natural.
Prejuicio hacia la pesca submarina
En los últimos años la pesca submarina sufre de cierto rechazo de un sector de la opinión pública, organismos de manejo del Estado y Organizaciones No Gubernamentales. Nuestro cerebro que procesa de diferentes maneras las imágenes catalogando a algunas de truculentas. Así, un pez ensartado y sangrante -pero muerto al instante- toca teclas y despierta la sensibilidad de la gente, mientras que un pez clavado de la boca, peleando hasta el agotamiento y muerto por asfixia lentamente, no toca. Esta situación ha generado situaciones de injusticia sobre un sector de pescadores que podrían acrecentarse en el futuro y a partir de esto generar efectos negativos y contraproducentes en la comunidad de pescadores. Siempre excluir un sector o limitar cualquier actividad sin sustento técnico y en procesos no participativos es una mala solución e incluso puede ser negativo donde el ambiente y los peces pagan el pato. En esta sección se aborda la problemática y algunos aspectos básicos de la actividad a fin de propiciar una discusión más justa y objetiva.
La pesca submarina en Argentina se practica principalmente desde el norte del Golfo San Matías hasta el sur del Golfo San Jorge, siendo las ciudades de Puerto Madryn y Comodoro Rivadavia epicentros de la actividad y sitios con mucha tradición de pesca submarina. Al igual que en la pesca de altura, las principales especies blanco de esta pesquería recreacional son los peces de arrecife (salmones de mar, meros, turcos, sargos, pez sapo, escrófalo y pez limón). Por el rango de profundidades y condiciones de visibilidad donde se practica, esta práctica suele interferir con el buceo contemplativo. Donde unos van a mirar peces otros van a pescar y esto suele generar conflictos y enemistades entre ambos grupos o usuarios del sistema. La solución a este tipo de conflictos, en muchos lugares del mundo, suele ser la creación de parques submarinos o áreas protegidas donde se limita la pesca y todos podemos ir a contemplar más especies y peces grandes que de lo contrario son casi imposibles ver para la mayoría de las personas.
El acto de pescar con arpón es terminante, sin medias tintas. Al momento de disparar sobre un pez no hay vuelta atrás, no se puede devolver. Sin embargo, el impacto que puede tener un pescador con arpón no tiene que ver con el arte de pesca sino con el número de peces que extrae y por consiguiente con el impacto que genera. Específicamente, el impacto de un pescador sobre las poblaciones de peces (ver capítulo IV) se mide en cuántos peces mata para comer o cuántos mueren directa o indirectamente (principalmente por el uso de otros peces de carnada y muertes luego de la liberación por daños durante la captura y manipulación) a causa de su actividad. Comparados con los pescadores de caña, el impacto total de la suma de todos los cazadores submarinos es despreciable, salvo casos puntuales de lugares muy frecuentados. Por ejemplo, cuando se practica la pesca de altura, con caña, los peces capturados por debajo de los 25 m de profundidad difícilmente sobrevivan a los cambios bruscos de presión que sufren al subir hasta la superficie. Siguiendo esta idea, el arte de pesca que utilicemos no debería importar demasiado en la discusión, sino su impacto. Lo que si importa en esta discusión son las buenas prácticas, discutir volúmenes de capturas, especies y tallas que aseguren la calidad y sostenibilidad de los recursos con sustento científico. En caso que existan, respetar los reglamentos y si no existieran, empezar por no matar por la foto, por la angurria de llenar un bote o no caer en la mezquindad de vender el pescado para pagar los gastos de la salida de pesca deben ser buenas prácticas de cualquier tipo de pescador. Este último factor (vender pescado), frecuente en muchos pescadores que acceden a sitios puntuales de mucha abundancia, equivale transferir los costos de nuestra actividad al ambiente en detrimento de la calidad de pesca. En lugares como el mediterráneo se cree que este tipo de prácticas está terminando con los reproductores de muchas especies que en zonas accesibles están casi exterminadas hace tiempo. Vale tener en cuenta que, en comparación con un pescador de caña, el pescador submarino está limitado por la capacidad de aguantar la respiración bajo el agua, la profundidad, la resistencia física, el frio, la visibilidad, la corriente y otros factores que dificultan el buceo en apnea. En zonas templadas y frías, como es el mar argentino, estos factores limitan en gran medida la actividad en tiempo y espacio además de imponer condiciones muy exigentes para quienes intenten transformarse en pescadores submarinos. Un pescador submarino, en general, cuantos más peces encuentra mayor es su selectividad en relación al tamaño y especies elegidas. Esto se debe justamente a que puede elegir y que pesca a pez visto, evitando tallas y especies que no desea. Esto último no quita la posibilidad cierta de generar un fuerte impacto en determinados ambientes a través de la pesca submarina, sobre todo en especies longevas y de lento crecimiento como son los peces de arrecife (Ej.: salmón y mero). Pero una vez más volvemos a lo esencial que es el "cómo" se practica la pesca deportiva y no, en este caso, el "arte" de pesca deportiva que se utiliza. Y recuerde que, cualquiera sea al arte que elegimos y hagamos lo que hagamos con las capturas, todos los pescadores aportan su granito de arena a la duna del impacto. Por Alejo Irigoyen y Miguel Casalinuovo