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Una vez eclosionados los huevos, las larvas y posteriormente los juveniles pequeños encuentran refugio de posibles depredadores entre las plantas sumergidas o macrófitas. Los pequeños juveniles, de aproximadamente 2 cm de largo, poseen un comportamiento gregario formando densos cardúmenes que suelen verse en aguas poco profundas. Los beneficios más importantes de este comportamiento son la defesa contra los depredadores (mejorando su detección y diluyendo la posibilidad de captura) y una mayor probabilidad de detección de presas. A medida que las percas crecen se pierde esta conducta dando paso a individuos solitarios. Las percas viven asociadas al fondo de los cuerpos de agua y, dependiendo del estadio de vida, varía su dieta. Cuando son pequeñas se alimentan de pequeños crustáceos como cladóceros y copépodos. Con el aumento de la talla y el tamaño de su boca aumenta el tamaño de sus presas, alimentándose de larvas de insectos, crustáceos más grandes y moluscos. Las percas adultas se tornan piscívoras, es decir, comienzan a consumir otros peces. Las percas alcanzan tallas máximas de aproximadamente 40 cm de largo, llegando a pesar entre 1 y 2 kilogramos de peso. Sin embargo, existen registros de percas de hasta 8 kilogramos pescadas en embalses. Estos ejemplares rondan los 10 años de edad. Por Juan Pablo Barriga
Pesca
Las percas pueden pescarse en forma deportiva mayormente con las modalidades de “spinning”, cuchara “fly fishing” o pesca con mosca. Los señuelos que se utilizan en su pesca son mayormente imitaciones de pequeños peces, como son los señuelos utilizados en el “spinning”, o bien moscas tipo “Streamers” o “Bucktails”. Las moscas secas, aquellas que quedan flotando sobre la superficie del agua, no suelen utilizarse debido al tipo de presas que comen las percas adultas. Las percas se pescan mayormente en ambientes de aguas tranquilas, lagos o embalses, o bien en los pozones o remansos más profundos de los ríos. Las percas no son grandes peleadoras como las truchas y tampoco es común verlas saltar fuera del agua como puede ocurrir con la trucha arcoíris. Sin embargo, dependiendo del vigor de cada ejemplar, las percas dan pelea y pueden realizar varias “corridas” antes de entregarse. Entre los pescadores, sobre todo los pecadores con mosca, se ha generado un odio injustificado hacia las percas. En parte este odio está alimentado por la creencia de que las percas se comen los huevos o alevinos de trucha o incluso los recursos de éstas. Esta creencia es totalmente falsa e infundada y hay dos puntos a tener en cuenta en este tema. Primero, los peces de tallas grandes generalmente comen peces pequeños y esto es aplicable a las percas pero también a las truchas e incluso a los pejerreyes, es algo muy común. Segundo, las percas evolucionaron en los ambientes de Sudamérica, es decir existen en esos ambientes hace muchísimos años, mucho antes de que los salmónidos fueran introducidos en ellos. En este sentido, los peces que llegan a un ecosistema son los que se adaptan a él (o no) y no al revés. No se puede pretender modificar un ecosistema para conservar una especie introducida. Sin entrar en el debate de quién tiene más derecho de estar donde está, un buen pescador deportivo y que se precie de serlo debe tener respeto y cuidado por el ambiente y esto debe incluir a todos los organismos del ecosistema. Por Juan Pablo Barriga
Ficha
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