Salmo salar

Este pez, perteneciente al orden Salmoniformes, es originario del Atlántico norte, hallándose poblaciones naturales desde el Círculo Polar Ártico en el norte hasta Portugal como límite este y las costas de la provincia canadiense de Quebec y el estado de Connecticut en Estados Unidos por el oeste. Aunque es una especie anádroma es posible encontrar poblaciones encerradas, como es el caso de las que existen en la Patagonia argentina y que dan origen al nombre con el que este pez es más conocido en la Patagonia: salmón encerrado. De hecho, hasta hace unos pocos años, se consideraba que la variedad encerrada constituía una subespecie (Salmo salar sebago) pero esto fue descartado a través de estudios genéticos. Desde su rango original de distribución ha sido introducido a lo largo del siglo XX en países de América (Argentina y Chile), Europa (República Checa y Suiza) y Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), aunque se ha documentado que la introducción solo tuvo éxito en Argentina y Nueva Zelanda. En nuestro país se introdujeron varias especies de salmónidos a partir de 1904 con el objetivo de establecer pesquerías comerciales y deportivas, aún cuando se desconocía en gran medida la estructura y componentes de la fauna nativa............

 

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El éxito en el establecimiento y posterior diseminación de las distintas especies fue variable. Respecto de la introducción de salmón en la Argentina, en el año 1906, 850.000 juveniles, provenientes de los Grandes Lagos de norteamérica, fueron liberados en aguas de la cuenca del río Limay, verificándose luego el establecimiento de algunas poblaciones (es decir que se reproducían de forma natural, sin intervención humana). En 1931 fueron liberados 46.000 peces originarios de Alemania en la cuenca del río Manso, acción que no tuvo resultados positivos pues el salmón nunca prosperó en la cuenca. Posteriormente, la especie fue diseminada por otras cuencas y, en los últimos años, se han reportado poblaciones incipientes en cursos o cuerpos de agua de vertiente pacífica, originados en los escapes de peces de los criaderos basados en las costas chilenas. La especie tiene una distribución restringida en Argentina, confinada a unos pocos lagos y ríos cordilleranos de la Patagonia. Es posible hallarla, con abundancias variables, en los lagos Cholila, Rivadavia, Verde y Futalaufquen y en sus ríos asociados Carrileufu y Rivadavia, todos pertenecientes a la cuenca pacífica del río Futaleufu. También se ha registrado la presencia de salmón encerrado en la cuenca del río Puelo. Más hacia el norte, se lo encuentra en los ríos Chimehuin y Traful y en los lagos Huechulafquen, Curruhué grande, Meliquina, Traful y Alicura, todos pertenecientes a la cuenca del río Limay. Se sabe que estas poblaciones son en general poco numerosas y se desconocen las razones por las que la especie muestra una distribución tan restringida, considerando que otra especie muy emparentada, la trucha marrón, muestra una presencia importante en la mayoría de las cuencas de Patagonia. Existen a la fecha pocos estudios sistemáticos sobre la distribución, biología y ecología de la especie en Argentina, pudiendo mencionarse los realizados por técnicos del Centro de Ecología Aplicada de Neuquén y de la Universidad Nacional del Comahue en el sistema del Traful, que incluye el río y lago Traful y sus afluentes. En este caso, la población más abundante habita el río Traful, moviéndose al lago homónimo o al río Limay (lugares en los que nace y desemboca el mencionado curso de agua) en bajos números. Se ha registrado su presencia activa en el lago desde mediados de primavera hasta principios de verano, momento en el cual parece refugiarse a mayores profundidades para evitar la mayor temperatura de las aguas. A diferencia de los otros salmónidos presentes en la cuenca, parece preferir las aguas corrientes de los ríos por sobre los hábitats de lago. En general, el salmón del Atlántico alcanza tallas no mayores a los 70 cm de longitud en los ambientes de norpatagonia, con edades que no superan ocho años. Muestran un ciclo de vida común con otros salmónidos ya comentados en una sección previa de este libro. Aunque es común en la bibliografía hallar casos en los que los salmones vuelven invariablemente a sus arroyos de nacimiento, esto no ha podido ser comprobado aún en nuestra región. La temporada reproductiva se extiende entre abril y junio, con un pico en mayo, aunque este esquema puede variar dadas las condiciones ambientales locales en las que el animal se desarrolla o la climatología del año. Una hembra depositará entre 1.000 y 1.200 óvulos (u ovas, como se las conoce comúnmente) por kilo de peso corporal. Los huevos de salmón eclosionarán, dependiendo de la temperatura del agua, dos a tres meses después de haber sido desovados, o mas precisamente cuando alcancen 440 UTA (Unidades Térmicas Acumuladas: una forma de calcular la cantidad de días que pasarán hasta el momento de la eclosión y que dependerá de las temperaturas medias diarias del agua). Las temperaturas óptimas de incubación son comunes con las otras especies de salmónidos y varían en un rango de entre 1 y 12 ºC con una temperatura óptima de 8 ºC. Un tiempo después de la eclosión y ya habiendo reabsorbido su saco vitelino, los pequeños peces deberán sortear la etapa crítica de comenzar a alimentarse externamente, ocupar hábitats que les provean refugio y alimento y aprender a evitar a sus depredadores, que incluyen invertebrados, aves y otros peces. La alimentación del salmón incluye estadios larvales de insectos, decápodos, peces y en ocasiones organismos terrestres (insectos y roedores que caen al agua). Conforme aumenta su tamaño prefiere consumir presas de mayor tamaño, desarrollando un mayor grado de piscivoría (el hábito de incluir peces de manera significativa en su dieta, que constituyen presas de mayor valor energético). Este hecho le permite alcanzar grandes tallas y excelente estado de condición corporal (robustez de los peces), que lo transforman en uno de los depredadores tope de la trama trófica de las aguas patagónicas y, además, una pieza de alto valor deportivo. En el Reglamento de Pesca Deportiva Continental Patagónico, se dispone la liberación obligatoria de todos los ejemplares de salmón del Atlántico, sin excepciones, dándole a la especie un estatus de “protección” bastante importante. La ausencia de sacrificio (aunque puede haber mortalidades asociadas a la captura y manipulación posterior del pez) permitiría mantener altos porcentajes de las poblaciones con tallas grandes, constituyendo así un objetivo atractivo para los pescadores. Por Marcelo Alonso

 

Ficha
Ficha salmon encerrado
Estado de conservación
Calidad para consumo
Ambiente