Cyprinus carpio

Evidencia paleogeográfica, morfológica, ecológica, fisiológica, lingüística, arqueológica e histórica demuestra que el ancestro salvaje de la carpa común se origina en las cuencas de los mares Negro, Caspio y Aral que luego se dispersa naturalmente hacia el este hasta llegar a Siberia y China y hacia el oeste hasta el rio Danubio. La carpa común es posiblemente la especie de agua dulce más difundida del mundo. En la Argentina su introducción ocurre a mediados del siglo XIX cuando se logra su aclimatación en pequeñas lagunas de la provincia de Entre Ríos. Luego, en 1925, es sembrada de manera oficial en lagos de la ciudad de Buenos Aires. En 1943, se recolecta el primer ejemplar en estado salvaje en la provincia de Buenos Aires en las costas del Río de la Plata y es catalogado como un hecho ocasional. Dos décadas más tarde se registra nuevamente en el Río de la Plata, situación que genera que ya se la considere como un potencial invasor de los cuerpos de agua pampásicos. Simultáneamente, en la década del 50’ la especie es transportada como objetivo de pesca comercial y deportiva hacia los embalses del centro del país, principalmente Córdoba y San Luis, desde donde colonizaron los ríos asociados con estos ambientes. A finales de los 80’ y principios de los 90’, se produce la gran expansión de la especie en la región pampeana registrándose en un gran número de ambientes asociados con las cuencas del río Salado y el río Samborombón. En la actualidad se distribuye en prácticamente toda la región pampeana. Paralelamente, en la Patagonia, a mediados de la década del 80’ la especie es introducida en canales de irrigación de la cuenca baja del Río Colorado, en donde actualmente es un componente usual de la ictiofauna de la zona. En el 2002 es introducida por particulares en el río Negro y, en el 2005, se la captura por primera vez en estado salvaje en la cuenca media y baja de dicho río. Actualmente la carpa ha alcanzado los ríos Limay y Neuquén a través de su ascenso por el río Negro............

 

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La carpa posee una boca que proyecta hacia adelante (protráctil) para substraer una porción de sedimentos del fondo que luego expulsa hacia la columna de agua para separarlo de los alimentos que se encuentran entre esos sedimentos. La carpa común es un organismo omnívoro, generalista y de amplio espectro trófico que exhibe una plasticidad alimenticia sorprendente, ya que dependiendo de los recursos alimenticios disponibles en el ambiente puede consumir elementos tanto de origen animal como vegetal. A su vez, la especie puede alimentarse en toda la columna de agua (inclusive en superficie), aunque normalmente realiza su forrajeo sobre el fondo. Es así que la composición de la dieta varía de un sitio a otro y ocasionalmente utiliza como fuente de energía la cadena del plancton, alimentándose de los microcrustáceos de esa comunidad. Puede tener desde dietas compuestas exclusivamente por algas o restos vegetales, hasta otras caracterizadas por un consumo masivo de larvas de insectos. Esta plasticidad trófica sumada a la capacidad de poder sobrevivir prolongados períodos de inanición, posiblemente sean algunas de las razones de su amplia distribución y proliferación dentro de los distintos ecosistemas acuáticos del mundo.

Se trata de una especie asociada al fondo y que habita en una gran variedad de ecosistemas acuáticos. Posee una elevada versatilidad ecológica, evidenciada por su tolerancia a amplios rangos en las variables ambientales. En este sentido, es una especie euritérmica, es decir, que vive tanto en ambientes con temperaturas máximas de 40 °C como así también en lagos que se congelan durante los períodos invernales. No obstante, es una especie de aguas templadas y aunque soporta bajas temperaturas, éstas le producen una merma en la intensidad de sus principales hábitos de vida. Ya con 13°C, el crecimiento de la carpa disminuye e incluso por debajo de los 5°C deja de alimentarse y se refugia en el fondo. A su vez, los requerimientos de oxígeno de la especie no son elevados, ya que posee la capacidad fisiológica que le permite transportar bajas concentraciones de oxígeno en sangre y, simultáneamente, altas de dióxido de carbono. Con relación a la salinidad, a pesar de ser un pez típicamente dulceacuícola, tolera también ambientes estuariales y salobres que pueden ser utilizados como “corredores” para colonizar nuevos cuerpos de agua. El rango óptimo para que la carpa desarrolle su ciclo de vida va desde 18 hasta 30°C. En relación con la reproducción, la temperatura óptima para el desove oscila entre 18-23 °C, deteniéndose por debajo de los 14 °C y superando los 28 °C. Esta especie, dependiendo las condiciones ambientales, puede actuar como un desovador total, con un evento de desove al año, o parcial, con más de uno. La mortalidad en las ovas fecundadas y posteriormente en los peces de un solo verano de vida al entrar al invierno aumenta a medida que disminuye la temperatura, es por ello que el éxito de esta especie en las regiones templadas de nuestro globo suele ser variable año tras año. La carpa es un desovador fitófilo por este motivo necesita para su reproducción zonas de aguas calmas, poco profundas (30-60 cm) y con abundante vegetación. La profundidad la selecciona en función de la temperatura óptima para la incubación de sus ovas. La vegetación le sirve primero como substrato para adherir los filamentos de sus ovas y luego para refugio de los peces recién nacidos. Precisamente, en algunos embalses la carpa ha sincronizado su desove con el momento en que el nivel del agua cubre la vegetación presente en las costas. En los ambientes templados, la carpa se reproduce en los meses de primavera y verano. El momento preciso varía según cómo algunas variables ambientales (temperatura del aire, profundidad media, tasa de recambio del agua y fotoperíodo) interactúan para determinar que la temperatura de la columna de agua alcance y mantenga los 18°C. En el caso de la Argentina, los estudios efectuados sobre ambientes de la provincia de Buenos Aires nos muestran que la especie exhibe un ciclo anual con un desove al año, el que ocurre al final del invierno y principio de la primavera. Cabe remarcar que la carpa está catalogada como uno de los peces dulceacuícolas más prolíficos, dado que un ejemplar de carpa en óptimas condiciones puede liberar cerca de 100.000 ovas por kilogramo de peso. Estas ovas son fecundadas en el agua y no reciben ningún tipo de cuidado parental. Entre 18 y 20°C la incubación de esas ovas dura menos de una semana (4-6 días). La carpa presenta un ligero dimorfismo sexual por tamaños, donde las hembras son más cortas y altas y los machos más bajos y alargados. Las hembras de aproximadamente 900 gramos presentan desarrollo ovárico y niveles hormonales compatibles con estado de madurez sexual. Para los machos, el estado equivalente se alcanzaría a los 600 gramos. La especie madura tempranamente dependiendo el ambiente, los machos pueden alcanzar la madurez sexual en el primer año de vida y las hembras en el segundo. La talla a la cual la carpa alcanza su madurez sexual varía con las latitudes. Las poblaciones de carpa a lo largo del mundo exhiben un crecimiento muy rápido y son altamente longevas. Los ejemplares silvestres pueden llegar hasta los 20 años de vida, mientras que en cautiverio pueden alcanzar casi 50 años y su talla máxima registrada oscila los 1000 mm. En la región pampeana, el crecimiento de la carpa se encuentra ligeramente por encima de la media mundial. En esta región la carpa común puede alcanzar, en su primer año de vida, una longitud de entre 170 y 200 mm y un peso que puede oscilar aproximadamente entre 75 y 130 grs. Los individuos más longevos en las poblaciones de carpas de la región pampeana raramente superan las cinco o seis años de vida, indicando una fuerte presión negativa hacia las clases de edad superiores. En otras partes del mundo, las poblaciones de carpa suelen estar conformadas por individuos de hasta 11 años y en nuestro país, en los canales para riego del valle del río Colorado, se identificaron individuos de hasta 10  años. Debido a las continuas introducciones por parte del hombre, en la actualidad la carpa común es la especie de pez dulceacuícola con la distribución más extensa en el planeta, por ello no es una especie que requiera particular atención para su conservación. En el caso de nuestro país es una de las especies con el área de distribución más amplia, luego del pejerrey (Odontesthes bonariensis) y la madrecita (Jenynsia multidentata).

La carpa común ha sido catalogada por varios autores como un “ingeniero ecosistémico” y su ingreso a nuevos sistemas acuáticos resulta en disrupciones ecológicas a nivel de las comunidades y del ecosistema relacionadas, en gran parte, a los hábitos alimenticios. Por esta razón, ha sido declarada como una de las 100 especies exóticas más perjudiciales a nivel mundial en base a los efectos negativos que genera sobre los ambientes naturales. Estos impactos ocurren ya que durante las actividades de alimentación la especie succiona grandes cantidades de detritos que luego son expelidas al medio, generando la resuspensión del sedimento. El aumento de las partículas en suspensión afecta la eficiencia alimentaria de organismos filtradores, tanto la de los componentes del plancton como la de los peces. En el caso del zooplancton, puede alterar la composición de la comunidad, lo cual, a su vez, puede generar un cambio indirecto en la composición de la comunidad fitoplanctónica. En este sentido, puede ocurrir que la composición de la comunidad del fitoplancton cambie, desde una dominada por clorofitas (algas verdes) a una de cianobacterias (algas verde-azuladas), las que, además, compiten con las plantas acuáticas por los nutrientes y la luz. Asimismo, las acciones de alimentación de la carpa generan una disminución de las zonas ocupadas por plantas acuáticas, tanto por una disminución de la  entrada de luz al sistema (por incremento de la turbidez) como así también por consumo directo de las mismas. La reducción de estas zonas genera un impacto negativo sobre el ecosistema, ya que estos ambientes poseen una importante función ecológica, sirviendo como zona de cría y refugio de juveniles de peces ycomo hábitat de muchas especies de invertebrados bentónicos. En definitiva, a través de la remoción y resuspensión de sedimentos, la especie puede producir fuertes alteraciones sobre la calidad del agua, la dinámica de nutrientes, la composición de las comunidades y los procesos ecosistémicos. No obstante, el impacto de la carpa como fuente de nutrientes resuspendidos suele ser poco significativo en ecosistemas acuáticos que ya están altamente cargados de nutrientes (eutrofizados). En estos casos, las carpas actúan más como secuestradores de nutrientes del medio que como fuente de éstos para el ecosistema. Por lo tanto, el aporte de nutrientes que produce la carpa desde el sedimento hacia la columna de agua sería mucho más evidente en ecosistemas acuáticos con muy baja concentración de nutrientes. Esto permite anticipar que los efectos que la especie estaría generando a los ambientes pampásicos no sería sustancial, sin embargo, teniendo en cuenta que la especie ya ha invadido un gran número de ambientes en la Patagonia, los posibles efectos serían más relevantes, al menos del punto de vista de la transferencia de nutrientes desde los sedimentos al agua. En el sistema de canales de riego del río Colorado, la biomasa de las plantas que cubren los canales y dificultan las tareas de riego están inversamente relacionadas con la biomasa de carpas. Esto explica por qué es común usar a esta especie como control biológico del crecimiento de plantas en los estanques de producción de peces y en los canales de riego. Además de ser utilizada como control biológico de la vegetación, históricamente se la ha utilizado con éxitos variables como control biológico de plagas. Esta es otra razón que puede explicar su amplia distribución mundial. Por Juan Rosso, Tomás Maiztegui y Darío Colautti.

Pesca

El ingreso oficial de la carpa a la Argentina ocurrió a principios del siglo XX cuando la sembraron como pez ornamental en los lagos de Palermo Bs. As. en 1925 y La Plata en 1932, aunque también en aquella época fue traída con similares objetivos a varios puntos del país de manera privada. Años después, cuando en las décadas de 1950-1960 se construyeron varios embalses en Córdoba y San Luís, se las sembró y fue así que una vez liberada en las cuencas hidrográficas, esta especie altamente invasora comenzó a expandir sus poblaciones hasta alcanzar su distribución actual en el territorio argentino que abarca desde el norte hasta el río negro al sur. Si bien las exigencias ambientales de esta especie son pocas y es capaz de vivir en ríos, arroyos, lagos, lagunas, embalses, estuarios, o estanques, su mayor abundancia en Argentina la hallamos en embalses y en la región pampeana. La historia de la pesca con caña de la carpa siguió el ritmo de su proceso de invasión de las cuencas hidrográficas. Es así que sus capturas pasaron de ser un hecho curioso a convertirse en una atractiva realidad de pesca en los embalses de la provincia de Córdoba desde la década de 1970 en adelante. Por aquel entonces, los pescadores mayores nos contaban o leían artículos de los enormes tamaños que alcanzaba este misterioso pez, que además de ser astuto había que pescarlo usando una pasta como carnada y cuya fórmula cada pescador guardaba celosamente. Se sabía también que había que tener mucha paciencia porque a diferencia de otras especies, los piques durante una jornada eran pocos y además por la gran fuerza que desarrollaban en la pelea era habitual perder muchas capturas.

En la década de 1980 hubo grandes inundaciones en el país y la carpa tuvo la oportunidad de expandirse. En pocos años ocupó con importantes poblaciones los ambientes acuáticos de la llanura pampeana y el Río de la Plata. De esta forma, la pesca de carpas ha ido cobrando cada vez más adeptos y las técnicas de pesca, así como las carnadas para capturarlas, se han diversificado de manera extraordinaria. Tal es así, que podría decirse que hay tantos métodos como pescadores, porque cada uno tiene su propio libreto y cábalas. No obstante, hay algunas cuestiones que son comunes a la pesca con caña de carpa y éstas son en las que nos concentraremos para confeccionar lo que podría considerarse el prólogo de un manual de pesca de carpas. Si bien se trata de una especie que puede pescarse con boya o plomada, el anzuelo debe estar siempre cerca del fondo porque es allí donde la carpa se alimenta preferentemente, aunque existen ciertas modalidades, como veremos más adelante, aplicadas a algunos ambientes donde hay registros de su presencia que revelan un comportamiento del pez poco conocido por los aficionados de la pesca. Otro punto de gran importancia es la carnada, aquí se impone la pasta en base a cereales, por lo general la base de la misma está constituida por una parte de harina de maíz y una parte de harina de trigo, pero el secreto está en los aderezos…, y acá cada pescador tiene su fórmula; puede ser picante, con sabor a vainilla, a cacao, con manteca de maní y la lista sigue. Hay otros que optan por los granos de maíz saborizados o bien frutos de plantas palustres como el duraznillo. La elección de la carnada además depende del ambiente en el que se está pescando y que otras especies lo habitan, porque la pesca de carpas requiere mucha paciencia y si por ejemplo la correntada u otros peces se llevan la carnada antes que la carpa, entonces las chances de captura se anulan. Esta especie no come vorazmente, su pique es suave y prolongado, por eso se debe ser muy preciso al momento de clavarla en el anzuelo, uno debe sentir primero como manipula la carnada y luego, cuando se produce "la llevada", hay que accionar la caña. Si ocurre la clavada entonces entra en juego la habilidad del pescador y la resistencia del equipo porque la carpa es un formidable luchador. El freno del reel debe estar bien regulado porque los primeros embates pueden romper algún elemento o bien la boca del pez, hay que permitirle realizar varias corridas para lograr que se canse y recién en ese momento comenzar a intentar arrimarla hacia uno.

Existen historias de pesca de carpas legendarias en los muelles emplazados en el Rio de la Plata en las costas de Capital Federal o la ciudad La Plata, donde la especie cuenta con fieles seguidores que pasan sus horas en espera de capturar la “gran bestia”. Lo mismo ocurre en los embalses ubicados en el centro, norte y oeste de nuestro país donde la especie se ha establecido. Pero si se quiere ir a pescar carpas en cantidad y no fallar, las lagunas pampeanas y el río Salado (Bs. As.), así como los ríos Colorado y Negro más recientemente invadidos, no van a defraudar ni al menos avezado de los pescadores.

La gran diversificación de ambientes que la carpa ha colonizado ha llevado al ingenio del pescador a desarrollar un importante número de aparejos y técnicas para lograr su captura. Tradicionalmente en los ríos, arroyos, lagunas, lagos y embalses de la región centro-oeste de Argentina las modalidad de pesca de la carpa utilizadas comúnmente es con las líneas denominadas “Coreanas”, las cuales pueden ser confeccionadas de dos maneras distintas, o bien con un plomo corredizo, con uno o dos anzuelos, los cuales poseen un “resorte” enrollado para fijar la carnada (pasta), o una línea con boya cuyo líder lastrado termina con un anzuelo de similares características que el anterior, pudiéndose utilizar en ambos casos anzuelos de tipo tripletes que cumplen la función de fijación de carnada. Sobre la base de estas líneas aparecen numerosas modificaciones adaptadas por los pescadores para ser utilizados en los distintos hábitats.

La especialización de la pesca de la carpa ha llevado a la invención de curiosas formas de presentar la carnada para engañar a este pez. Una de las más utilizadas en países donde la pesca de carpa es todo un culto, consiste en una prolongación del anzuelo con un sedal y una terminación especial para fijar la carnada cerca del anzuelo dejándolo a éste libre, posibilitando que sea succionado por la carpa mientras "prueba" el cebo. Aunque es poco conocida esta técnica, gradualmente van cobrando muchos adeptos entre los pescadores locales que buscan la sutileza de la pesca deportiva de este pez. Por otro lado, desde hace un tiempo e impulsado por las compañías que desarrollan productos para la pesca con mosca se ha explotado la particularidad poco conocida que poseen las carpas de ser hábiles predadores a la hora de cazar una presa viva. De esta manera, es cada vez más frecuente la pesca con mosca de la carpa en aguas claras y de temperaturas menos cálidas, como las que se encuentran en algunos arroyos y lagos de las Sierras Australes de la provincia de Buenos Aires y en el Río Negro. Cabe destacar aquí, que la carpa resulta ser un pez sumamente astuto y desconfiado, resultando un excelente desafío para los pescadores que practican esta modalidad, ya sea con moscas secas o ninfas.

En párrafos anteriores se ha mencionado que uno de los puntos más relevantes a tener en cuenta a la hora de la pesca de la carpa, es la elección de la carnada a utilizar para lograr el éxito. Al tratarse de un pez con una dieta omnívora existe una gran variedad de carnadas que pueden ser utilizadas para tentar a estos peces. En primer lugar hay que mencionar la clásica y efectiva masa. Sin dudas esta carnada es por excelencia la favorita de la mayoría de los pescadores de carpa. No nos explayaremos aquí en brindar una receta para su preparación, ya que posiblemente existan tantas variedades como pescadores de carpas se pueda encontrar. No obstante, como se ha señalado anteriormente, la base para su elaboración parte de la mezcla de harina de trigo y de maíz, a la cual se le podrá agregar los ingredientes más diversos para aromatizar y dar una mejor consistencia a la masa. En cuanto a esta propiedad, resulta probable que sea uno de los secretos que puedan conducir a la mayor eficacia en las capturas. La consistencia debe ser la adecuada para garantizar la fijación de la carnada en el anzuelo, sin que pueda perderse durante el lance o disgregarse en contacto con el agua. Por lo tanto debe encontrarse un equilibrio en la preparación, intentando que la masa no quede demasiado dura ni suficientemente blanda como para que se deshaga rápidamente. De esta forma, la confección de bolillas y su posterior cocción en agua hirviendo puede dar un buen resultado para lograr la estabilidad de la carnada. Por otro lado, el agregado de ciertos aglutinantes como la clara de huevo, suele ser una solución para aquellas masas poco consistentes. Otros derivados de esta carnada (aunque menos efectivas) son la miga de pan, bolillas de papel triturado con saborizantes como la esencia de vainilla, o simplemente la utilización de las masa de tapa de tarta o empanadas igualmente saborizadas. Otra carnada natural que requiere una preparación menos sofisticada, son los granos de maíz, utilizados también para la captura de otros peces como la boga. La preparación del maíz puede ser o bien hervirlo o dejarlo fermentar, de esta manera se logra que el grano tome una consistencia adecuada para ser enhebrado en el anzuelo sin peligro que se rompa o pierda en el lance. El maíz así preparado puede luego ser mezclado con condimento y aceite de pescado para obtener una mayor atracción del cebo. En menor medida se ha utilizado en la pesca de la carpa carnada viva como la lombriz. Si bien resulta ser una de las carnadas más efectivas en la pesca, posee una muy baja especificidad cuando se quiere seleccionar un ejemplar de una determinada especie, por lo tanto no garantiza los resultados esperados. De igual forma, la utilización de dados de salame puede ser una carnada que la carpa aprecie probar, pero que sin duda también será atacada por otras especies. Aunque es poco común, ocasionalmente se ha visto la utilización de carnada blanca (mojarras o filet de pescados), pudiéndose adobar con condimentos y colorear para obtener un mejor resultado de selección. En fin, como se ha visto la variada dieta de este pez ha llevado al pescador a intentar su captura con la más amplia gama de carnadas, incluso algunas no lo suficientemente testeadas como las papas fritas o conitos de queso (chisitos) como se puede encontrar citado en algunos foros de pesca donde además los mitos, leyendas, hazañas y misterios referidos a la pesca de esta especie crecen día a día. Agradecimientos: A Hugo Jesús Orloff, quien supo brindarnos toda su experiencia de pescador durante tantas jornadas compartidas en el muelle. Por Darío Colautti, Norberto Uriz y Matías Lopez

Ficha
Ficha carpa
Estado de conservación
Calidad para consumo
Ambiente