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desde el Club Náutico La Escollera de la localidad de Santa Clara del Mar. El mar se presentaba muy calmo, por no decir “planchado” y el servicio meteorológico nos auguraba una buena jornada: vientos suaves del norte rotando al este. Veníamos de una semana parejita con el clima, todos días cálidos y el mar con una temperatura superficial de casi 20 grados, bien caliente para la pesca. La propuesta de la jornada con la familia Parma de la localidad de Bolívar era la pesca del tiburón. Tomamos rumbo Este y navegamos aproximadamente unos 30 minutos a unos 15 nudos hasta una depresión que hay en la zona y que se conoce como “pozo de los Tanos”. Este sitio tiene unos 16 metros de profundidad y el fondo se presenta con piedras planas tipo lajas pero con muchos lombrizales y cangrejales. En este sitio solemos pescar muy buena variada y, también en esta época, algo de besugo. Como en el lugar era muy probable que nos topáramos con algún cardumen de besugo, era posible que se acerque a la zona algún tiburón. Llegamos a la zona de pesca y comenzamos a liberar nuestros equipos de tiburón, en esta oportunidad cuatro. Primero fondeamos dos equipos, luego una de superficie y otra más a la deriva. Los equipos fondeados los abrimos en ángulo de 90 grados para que en caso de corrida no se lleven por delante los aparejos. Luego, jugando con la correntada, el viento y dando flotabilidad con globos comunes, tratamos que la línea de superficie nos quede en el medio de las dos fondeadas pero a unos 100 metros de la embarcación (las otras están a 50 metros). La última que tiramos la dejamos a la deriva para que la correntada la lleve para cualquier lado, suba, baje, y haga lo que quiera. Los aparejos que fondeamos le hacemos un anclaje con algunos fierros simulando un ancla de fabricación casera, pero de poco peso, y atamos este anclaje con una tanza para que, en caso de corrida, se corte. De tanza para este anclaje agregamos un metro a dos dependiendo de la correntada. A los aparejos que usamos de fondo, les agregamos una boya a unos 15 cm del anzuelo para que la carnada se levante del fondo. La boya nos permitie varias cosas: en principio que nos trabaje mejor la carnada, segundo que el anzuelo no se caiga al fondo con la carnada y por consiguiente se enganche en una piedra y, por último, lo fundamental, la boya, de unos 15 a 20 cm de diámetro que va a permitir que si clavamos un escalandrún no se trague el anzuelo. Generalmente esta especie se suele tragar toda la carnada y llevarse la misma hasta el estómago, por ese motivo la boya termina haciendo un tope dentro de su mandíbula para que esto no suceda. Así fue que comenzamos a pescar casi de un modo inmediato. Empezaron a salir las primeras corvinas rubias, luego se sumaron a la zona los gatuzos y de este modo estuvimos aproximadamente unas dos horas pescando una muy buena variada. Salieron también bagres, peces palo, palometas, anchoas de banco, etc. Mejor no nos podía ir con la variada. De pronto, Don Luis parece que traía una corvina y algo la sorprende desde abajo y se la lleva, junto con parte de la brazolada de la línea de pesca. Sin ninguna duda, estábamos en presencia de un tiburón. El pique de variada se había transformado en nulo. Generalmente pasa eso en los meses de verano. Cuando estamos pescando variada bien firme siempre aparece en la zona un tiburón, y lo más probable que suceda a continuación es que la variada de mar se retire. Quizás sea el instinto de supervivencia o tal vez las reglas de juego de la vida marina, pero siempre pasa lo mismo y nosotros sabemos que de un momento a otro algo nos va a sorprender. Bueno, a eso habíamos ido. Cuando esto pasa hay que armarse de paciencia y esperar las corridas. Las corridas pueden venir de un modo inmediato o a veces dos horas más tarde, o vaya a saber cuándo. Nunca sabemos qué va a hacer el tiburón. Lo cierto es que nos quedamos sin pescar variada de mar, pero antes de que comenzara el aburrimiento absoluto comenzaron nuevamente los piques de variada. Una corvina rubia, un besugo, luego todo se llenó de besugos. La sonda me daba una marca muy grande de esta especie. Era tirar y clavar un besugo. La verdad, me había puesto contento por los pescadores porque sabía que el tiburón andaba en la zona, y este cardumen lo iba a traer cerca de la lancha. De pronto, el pique se volvió a hacer totalmente nulo, se retiraron los besugos y una de las líneas que había fondeado comenzó a tensarse. Los pescadores expectantes. Mi primer orden fue que retiraran todos los equipos livianos y que los acomodaran en la embarcación con cuidado. La línea se seguía tensando, el carrete del Penn Senator 9/0 comenzó a rodar lentamente, la chicharra empezó a sonar y el grampín que habíamos utilizado se cortó. La línea quedó liberada totalmente con el tiburón y la chicharra del Penn que no dejaba de sonar pero con el carrete siempre rodando lentamente. Se trataba de un pique clásico de escalandrún. El bacota toma la carnada y sale corriendo, te vacía el reel en segundos si lo desea (en una oportunidad medí la velocidad de estos ejemplares y me dio 44 km por hora con una tanza marcada para tal fin) pero el escalandrún toma la carnada y se mueve más lento, la va llevando. En un momento para y en ese momento está comiendo la carnada. Cuando arranca por segunda vez es cuando debemos realizar el movimiento de clavada. Y así lo hicimos. Fue una clavada espectacular, se sentía el peso del animal. Quienes nos dedicamos a esto casi que en la clavada podemos darnos cuenta del peso del tiburón, y este era uno más que interesante por la presión que ejercía. Mi primera impresión fue que pesaba seguro más de 100 kg. Pero había algo raro, los movimientos eran más violentos que de costumbre. Los tirones eran más agresivos, se sentía cabecear al tiburón en movimientos cortos y bruscos. Si bien habíamos sacado muchos escalandrunes en el mes de enero, generalmente sacamos esta especie en meses anteriores a que se caliente el agua. Los tiburones son muy vulnerables a los cambios de temperatura. Una misma especie cambia de comportamiento de acuerdo a la temperatura del agua y esto se sabe que es así. Ese día hacía mucho calor y veníamos de una correntada cálida de varios días, era muy probable entonces que la actitud del escalandrún fuera más agresiva. Este dato no es menor porque cuando hablamos de hacer la pesca deportiva del tiburón, todos siempre apuntamos a clavar un bacota porque pelea mucho más, porque la corrida es más violenta y porque demanda mucho más tiempo traerlo. Además, el bacota es más estilizado, su aleta caudal tiene una V bien pronunciada y lo hace más ligero, por eso se alimenta de peces más veloces. En cambio, el escalandrún tiene una aleta caudal diferente que lo hace más lento, su cuerpo es desproporcionado en relación a sus aletas dorsales y suelen ser más robustos y no tan estilizados. Todos estos aspectos a la hora de pescarlos deportivamente hace que la captura sea más lenta que la del bacota. Es muy común en este sentido escuchar a pescadores avezados decir que no quieren pescar un escalandrún porque es casi como arrastrar una bolsa de papas, que no pelea, etc. A esto hay que sumarle que como la mayoría no usa la boya grande pegada al anzuelo, el escalandrún se traga literalmente la carnada y lo terminan enganchado casi del estómago. Así es obvio que va a pelear mucho menos. Sin embargo, cuando el agua está caliente y el anzuelo viene de mandíbula las condiciones cambian, se ponen muy agresivos y obviamente la pelea con el oponente va a ser diferente. Hay que saber que el escalandrún no muerde como el bacota, absorbe agua al mismo tiempo que a su presa y utiliza sus largos dientes en forma de lezna para fijarla y luego tragarla completo casi sin masticarla. Por eso la segunda corrida, porque mientras van nadando también van engullendo, va a ser el momento de la clavada y el momento en que va a funcionar la boya cerca del anzuelo. Cuando tensamos, el leader cede entre los dientes cerrados y el anzuelo se va a clavar en la mandíbula. ¿Por qué es importante que el anzuelo quede en la mandíbula? Para hacer la liberación de la especie pertinente. El tiburón escalandrún corre riesgo de extinción pero además la reglamentación de pesca deportiva dice que solamente podemos pescar tiburones con devolución. La devolución obviamente no es una tarea sencilla y hay que hacerlo al menos una vez con alguien que tenga experiencia en la materia para aprender la técnica. Un animal de estos nos puede causar graves accidentes. Siguiendo con el relato, le paso después de la clavada la caña a Don Luis que a eso había venido. Don Luis lo peleó como lo hacen los mejores, lo sostuvo unos 30 minutos aunque sus brazos comenzaron a cansarse. El reto del pescador es no pasar la caña y entre Don Luis y el escalandrún había más de 100 metros. Ambos se negaban a claudicar. Mientras el tiburón seguía dando tirones y sacando nylon, la manera de ayudarlo sin tomar la caña fue pelearlo a la deriva. Cada vez que Don Luis movía la caña se movía la lancha, pero no el escalandrún que parecía agarrado del fondo. Finalmente en un momento cedió y ese fue el instante en que comenzamos a subirlo. Verdaderamente ese tiburón estaba muy enojado, todavía faltaba ponerle la marca (de Conservar Tiburones en Argentina) y medirlo, pero ya habíamos visto que era una hembra. Estaba complicado para arrimarlo a la embarcación por el comportamiento del mismo. Después de un rato de tenerlo en superficie y de tomar distancia con el remo, se decidió no marcarlo y solamente liberarlo. Para la liberación hay que borrarle la rebarba al anzuelo. En mi caso particular, me diseñé una herramienta que es una especie de tenedor largo de casi un metro y con dos puntas. Coloco esas dos puntas en la curvatura del anzuelo, le doy un movimiento firme y lo retiro. De momento nunca falló y es fácil de hacer. La alegría de los pescadores ese día fue tremenda. Si bien no lo acercamos pegado a la lancha para hacer bien la medición, ese escalandrún hembra tenía entre 2,50 y 2,60 metros y su peso lo estimamos en los 130 kg. Era verdaderamente todo un coloso del mar. Y así, de ese modo y con esa captura, dimos por concluida la jornada de pesca, quedando en nuestra bitácora mental innumerable cantidad de imágenes, momentos que formaron parte de este relato y de esos momentos de pesca que no se olvidan. La vida me posicionó en un buen lugar laboralmente y me convirtió muchas veces en el mediador de la alegría de la gente, eso es algo que llevaré siempre conmigo. El tiburón especie escalandrún actualmente se encuentra en el listado rojo con posibilidades de extinción. A diferencia de otras especies, el escalandrún tiene una o dos crías cada dos años, en cambio el tiburón bacota tiene de 17 a 24 crías en el mismo lapso. Si bien el bacota no se encuentra en este momento en el listado rojo, también hay que devolverlos porque ya sabemos el destino que va a tener si no lo hacemos. Muchas veces escuchamos y decimos entre los pescadores deportivos que nosotros no dañamos nada la naturaleza si lo comparamos con la pesca comercial. Esto, en el caso de los tiburones, se ha comprobado que es un auto engaño. Porque si bien es cierto que los tiburones quedan atrapados en las redes comerciales, se ha demostrado que la pesca deportiva dirigida como se hizo durante años causa un daño tan grande o mayor de lo que se produce con las redes. Por consiguiente, los tiburones son tan víctimas de la pesca comercial como de la pesca deportiva. Pero, además, lo que debemos saber es que los tiburones están en peligro de extinción en todo el mundo y su disminución causa graves problemas al funcionamiento de los ecosistemas oceánicos, porque son ellos mismos los que mantienen el equilibrio alimentario en los mares.
Los elementos y datos básicos para la pesca de escalandrún son:
- Anzuelos Mustad 3406, 12/0 o 14/0 sin rebarba para liberar mas fácil al tiburón. Leader de acero de 200 libras para la confección del aparejo.
- Boya de 15 a 20 cm de diámetro.
- Esmerillones grandes y reforzados.
- Lisa o magru de carnada.
- Grampín pequeño de hierro (degradable) para fondear el aparejo.
- Para arrimarlo y lograr una buena devolución es importante primero cansarlo. Luego, funciona bien usar un trapo mojado para colocar en la cabeza cubriendo los ojos o bien darlos vuelta panza arriba donde entran en un estado catatónico del que no hay que confiarse del todo. Por Eduardo Cañueto